La maldición del diamante Hope ¿VERDADERA O FALSA?
- King of The Bling
- 4 oct 2022
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El diamante Hope es una de las joyas más caras del mundo y está formado por una piedra preciosa de color azul habitada por átomos de boro. Tiene un valor de más de 45 quilates y también incluye la historia que hay detrás. Su valor radica tanto en su exclusiva coloración azul como en su historia. En 1666, un comerciante obtuvo una pieza de este diamante como Travernier Blue en la India. Dos años más tarde, fue rebautizado como Azul Francés tras ser tallado para ser regalado al rey Luis XIV. Su historia incluye muchas leyendas intrigantes, misterios y maldiciones.
En 1685 Luis XIV revocó el Edicto de Nantes y así recomenzar el exterminio de los protestantes franceses. Tavernier tuvo que huir abandonándolo todo, al igual que los maestros joyeros que habían convertido París en el centro del comercio europeo de las gemas. Estos protestantes huidos se instalaron en centroeuropa, más concretamente en Amsterdam, Brujas y Amberes. Mientras, Tavernier viajó a Suiza y luego a Moscú, donde se dice que murió destrozado por unos perros. La maldición empezaba a hacer sus estragos. Otra de sus víctimas fue el ministro de economía de Luis XIV, Nicolas Fouquet, al quien el rey se lo había prestado para que lo luciera en una recepción: al día siguiente fue arrestado por malversación y encerrado de por vida. En este momento se le pierde la pista y no reaparece hasta que llega a manos de Luis XVI y María Antonieta, cuyo destino es bien conocido. El diamante, junto con otras joyas de la corona, fue robado de los almacenes reales (el Garde-Meuble). Y aunque la mayoría de los objetos fueron recuperados, el diamante desapareció. En 1812 se exhibió en Londres uno de igual tamaño y color. Diamantes tan valiosos suelen llevar consigo una historia pero este había llegado huérfano. Todo el mundo sospechaba que se trataba del French Blue, como se le llamaba en el mundo anglosajón: la talla era consistente con la que podría haberse hecho si hubiera sido cortado de nuevo. En 1823 lo compró el banquero holandés Henry Philip Hope, que le dio el nombre. En los años siguientes se dice que estuvo salpicado con distintos escándalos y en 1910, su manirroto descendiente, Francis Hope, tuvo que venderlo para afrontar las muchas deudas que había adquirido. El diamante pasó a las famosas oficinas de los hermanos Cartier, en la parisina rue de la Paix, que intentaron venderlo a cuantos maharajaes, nobles europeos o millonarios norteamericanos pasaban por allí. Al final lo compró la hija de un potentado de Colorado, Evalyn Walsh McLean, gracias a las buenas artes mercantiles de Pierre Cartier. Una mujer peculiar, que colocaba la preciada y supuestamente maldita joya a su perro cuando se aburría de llevarla, solo por ver la cara que se les quedaba a sus invitados. O en una fiesta de Año Nuevo en su mansión bajó las escalera vistiendo el Hope… y nada más. La maldición del Hope hizo su efecto: su hijo mayor murió con 9 años. Su marido, Edward, se convirtió en un alcohólico –en cierta ocasión orinó en la pierna del embajador belga durante una recepción en la Casa Blanca-. Murió en 1933 en un asilo, ahogado por las deudas, su única hija se suicidaba y ella se enganchaba a los opiáceos. La casquivana Evalyn moría en 1947 a los 60 años a manos de una fatal combinación de cocaína y neumonía. En una de sus últimas columnas de cotilleo del Times Herald escribió: “Es algo extraño y temible cuánta gente que lo ha tocado ha tenido unas muertes no naturales y, en muchas ocasiones, horribles”.
La vida de esta pobre niña rica asentó la maldición del Hope en las mentes de sus admiradores, excepto en la del joyero neoyorquino Harry Wilson, que lo adquirió y lo presentó en sociedad como si fuera una celebridad de Hollywood. Y en 1958 hizo algo que sorprendió a propios y extraños: lo donó al Smithsonian, en lo que dijo que era un signo de agradecimiento al pueblo norteamericano de parte del hijo de un inmigrante ucraniano.

Realmente..... se trata de una historia acorde a uno de los diamantes más bellos; lástima que en su mayoría sea totalmente inventada. Tavernier murió apaciblemente con 84 años, el ministro Fouquet fue arrestado años antes de que Luis XIV comprara el diamante, María Antonieta probablemente nunca lo llevó encima e incluso Francis Hope sobrevivió a su bancarrota y murió a la edad de 75 años. A pesar de todas las historias que se han contado sobre los propietarios del Hope, la única persona que realmente sufrió un destino aciago fue Evalyn, y tuvo más que ver con su adicción a las drogas y a la vida disipada que con el diamante que colgó de su cuello. Curiosamente, uno de los que más propagó y embelleció la leyenda del Hope fue Pierre Cartier. Cuando lo compró cometió un error de cálculo: creyó que iba a venderlo con facilidad. Así que Pierre decidió darle una vuelta de tuerca: potenciar la supuesta maldición de esta joya, vistiéndola con todo tipo de historias increíbles.
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